CORRAQUÍN BLASCO: Un héroe medieval perdido en las montañas de Ávila

Novela inspirada en los héroes anónimos de la Edad Media, ya fueran nobles, caballeros o hidalgos. Era la época en que Almanzor arrasaba la zona norte de Hispania, ya bajo dominio de los reyes cristianos. Esta historia posible, pero hecha ficción, tiene como ejemplo la aventura protagonizada por Zurraquín Sancho, al que las crónicas locales sitúan un siglo después. Cuentan que él solo liberó a veinte pastores que habían sido apresados por sesenta caballeros moros. Lo consiguió al grito de “Ávila Caballeros”, al creer que eran atacados por un grupo muy numeroso. Los prisioneros le ayudaron a hacer huir a los mahometanos que quedaban vivos. De este particular suceso parten las ficticias andanzas sobre algaras y correrías en tierras musulmanas que se cuentan en el libro. Después de las numerosas aceifas de Almanzor, destruyendo todo lo que encontraba a su paso y llevándose como esclavos a cientos de cristianos capturados, se empezó a reorganizar la respuesta y a juntarse para la defensa. El líder era Corraquín Blasco, que fue quien les llevó a refugiarse en lo más fragoso de las montañas de Ávila y a fundar una aldea para pasar el crudo invierno, a la vez que se convertía en una fortaleza inexpugnable. Las personas más fuertes y avezadas en la lucha, lideradas por este hidalgo, saldrían en algara cada verano para enfrentarse a las huestes musulmanas y conseguir botín con el que sobrevivir el resto del año. Añadían a esto, los víveres que obtenían con sus propios cultivos en la montaña o con la caza y el cuidado del ganado. En la narración se describe la continua lucha por la supervivencia y por ir ganando terreno para que el resto de cristianos se establecieran y fundaran sus villas y aldeas en las que vivir de su tierra y de su ganado. Almanzor sigue destruyendo los monasterios que encuentra a su paso, matando a los monjes que lo habitan, si no puede aprovecharse pidiendo grandes rescates, ni que trabajen como esclavos. Algunos de estos monjes son diestros en la lucha a espada y en disparar la ballesta o el arco. En una abadía, de la que no dejaron piedra sobre piedra, se salvó un acólito joven, práctico en el manejo de la ballesta, que será el escudero de Corraquín y le acompañará en sus correrías durante años hasta que él mismo tomó el mando. Esta historia de ficción es el reflejo de la realidad de aquella época, y también lo era la fuerte unión entre lo religioso y lo militar, estrategia sostenida por los nobles, los caballeros y más aún, por el rey. Eran tiempos de creencias, de acción, de profundas convicciones y de lucha continua. Los personajes hacen que el lector quede imbuido en el ambiente de la época, que representó una epopeya, y donde no había descanso en ningún sentido, porque lo habitual era la guerra y la desolación. Vivían siempre con el temor a perder la vida o la libertad en cualquier oquedal boscoso, a la vuelta de un otero, al cruzar un río o al acercarse a su lecho seco, donde los mahometanos les pudieran tender una celada. La descripción de cada parte de la armadura, además del planteamiento de las batallas, hacen que el lector se sienta como si asiera una espada y luchara él mismo en cada acción. Era el momento de mirar a los ojos del que tenía delante y de convencerse que le debía matar antes que lo hiciera el otro. —- ISBN: 9798328850810